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El nuevo mundo bello de Sally Rooney
Andrea Pulido Watts comment 0 Comentarios

Si creemos que la literatura es el estudio detallado del comportamiento humano, Sally Rooney entendió la tarea a la perfección. En Dónde estás, mundo bello se nos presenta la reflexión y el cuestionamiento central desde su título: ¿dónde encontramos la belleza en este mundo que parece cada día más caótico e inestable? Podrían decirse muchas cosas de este nuevo libro, como que es la novela para la generación millennial, aquellos que odiamos terminar encasillados en un estereotipo, pero, como muestra Rooney a través de sus complejas y melancólicas protagonistas, a la vez siempre estamos en busca de definir a todo detalle nuestra identidad. También puede definirse como una moderna novela epistolar, que no trata un solo tema en específico, sino que nos muestra una interesante conversación entre dos mujeres a punto de llegar a los treinta que piensan sobre todo y nada a la vez. Al compartirnos los correos electrónicos que se envían dos amigas, Alice y Eileen, podemos entender mejor los miedos, las incertidumbres, las frustraciones y las ilusiones que afligen a toda una generación a la que le fue heredada un mundo hermoso, que pareciera desaparecerse o convertirse en ruinas a la menor provocación.

            Bien escribió Scott Fitzgerald en El gran Gatsby que no existe mayor confusión que la de tratar de entender a una mente simple. Así nos muestra Rooney los pensamientos de sus dos protagonistas, quienes se escriben constantemente para mantenerse al tanto de la vida de la otra. Sus reflexiones, en ocasiones, divagan en preguntas existenciales: el terror de no saber hacia dónde se dirige el mundo, si existirá en un par de décadas o por lo menos existirá como lo hemos conocido por siglos. Sin embargo, gran parte de sus ideas parecen sencillas a primera vista, cuestionamientos que todos nos hacemos diario: ¿algún día encontraré el amor? ¿cómo me perciben los otros? ¿cuál es el propósito de mi carrera o mi trabajo? ¿existe algo parecido al éxito? ¿por qué tal o cual persona no contesta mis mensajes? ¿compartí una idea interesante? Leer desde fuera todas las dudas que aquejan a una “mente simple” de casi treinta años, nos obliga a los lectores a hacernos esas mismas preguntas; nos pone frente a un espejo que, usualmente, no queremos voltear a ver porque sabemos que nos mostrará esas diversas inseguridades que todos sufrimos. Ver de frente ese vacío y aceptarlo, duele. Justamente a través de una prosa simple, concisa, pero entretenida, Rooney nos recuerda que la simplicidad de nuestras reflexiones cotidianas tiene un valor intrínseco. Que son esas inseguridades las que nos conectan con otros humanos, a pesar de las distancias o de la enorme brecha de diferencias que parece cada día más grande entre comunidades. Sentirse vacilante sobre las situaciones más banales, como Alice o Eileen, es parte de la belleza de simplemente ser y existir.

            Sally Rooney retoma partes de los clásicos, los menciona o tergiversa elementos antes utilizados en estos, como presentar un flujo de consciencia por medio de emails o cambiar repentinamente de un narrador cuasi-omnisciente a uno protagonista, para mostrar desde varios puntos de vista que, aunque el mundo parece haber cambiado radicalmente, en lo esencial, es lo mismo. Muestra cómo las nuevas generaciones tienen mucho en común con las pasadas. Esta novela es también una oda a la criticada fragilidad o delicadeza de los jóvenes, ya que la autora demuestra por medio del estudio psicológico de sus protagonistas, que la inestabilidad que les caracteriza les ha permitido comprender a mayor profundidad lo que implica equivocarse y ahondar en lo incierto de sus identidades.

            Esta novela, además de guiarnos a reflexionar sobre temas universales y existenciales, nos presenta una mirada fresca y excitante sobre el significado de vivir. Se podría pensar que una novela que se introduce dentro de una pandemia y su consecuente caos sólo nos compartiría más pesadumbre. Sin embargo, es todo lo contrario. Sally Rooney describe el otro lado de la ya repetida idea del full circle o de cómo todo regresa a su inicio; el lado no necesariamente positivo, pero sí esperanzador. Si todo ciclo regresa a donde empezó, entonces dentro de este y sus muchas posibilidades, también podremos encontrar un verdadero mundo bello.

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