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El Faulkner cuentista
Eduardo Flores comment 0 Comentarios

Cuentos reunidos (Debolsillo, 2015) de William Faulkner no es una antología usual. Se publicó por primera vez en 1950, dos meses antes de que Faulkner recibiera el Premio Nobel de Literatura, y desde entonces no ha dejado de imprimirse.

Su historia se remite a 1948, cuando Robert Haas, editor de Faulkner, ya con un índice provisional de por medio, le propuso al autor recopilar para una antología los textos breves que había ido publicando en revistas locales y de circulación nacional desde casi 20 años atrás. El número de cuentos no era menor. Las revistas y publicaciones periódicas eran un gran apoyo económico para los autores de entonces; no sólo tenían buen público, sino que también la recompensa monetaria llegaba mucho más rápido que la que se daba por las novelas; de ahí que Faulkner hiciera de la escritura breve una urgencia económica para su familia.

Además de esto, a Faulkner le atraía el género y, por ende, se expresaba muy bien de él. Por ejemplo decía: “Yo soy un poeta fallido. Tal vez todo novelista quiere escribir poesía primero; descubre que no puede y a continuación intenta el cuento, que es el género más exigente después de la poesía. Y al fracasar también en el cuento, y sólo entonces, se pone a escribir novelas”(José Luis González, El oficio de escritor).

Es probable que por esto la propuesta de Hass le haya caído tan bien a Faulkner. Si bien no habría ningún texto inédito en la colección, sería la primera vez que se reunirían tantos cuentos suyos en un libro (ya antes había publicado tres volúmenes de cuentos These 13, Doctor Martino —con los que coincidirían algunos de los textos de Cuentos reunidos— y Gambito de caballo —que, por su temática policial, no guardaría ninguna relación con la antología—).  Así, con la ayuda del crítico Malcolm Cowley y del editor Saxe Commins, Faulkner pulió el listado. No descartó ningún elemento del índice de Haas, sólo agregó algunos relatos y dispuso un nuevo orden a la presentación de los textos. Al final quedaron incluidos 42 cuentos —de los cuales 17 no habían sido compilados antes en ningún otro libro— distribuidos en seis apartados que, de acuerdo con sus temáticas,  buscaban la armonía y el complemento entre ellos: El campo, El pueblo, La tierra inexplorada, La tierra baldía, La tierra intermedia y Allén.

Esta circunstancia determina en gran medida la impresión de la lectura de Cuentos reunidos. A pesar de que en una misma sección encontramos relatos tan apartados cronológicamente en su escritura, sus temáticas y condiciones estilísticas justifican esa convivencia. Por ejemplo, en la primera parte, El campo, cuentos como “Incendiar establos”, “Un tejado para la casa del Señor”, “Dos soldados” y “No ha de perecer”, no sólo comparten la presencia de algunos personajes o el escenario campirano, también coinciden en que en sus argumentos sobresalen guiños a la lealtad familiar, a los valores e ideales personales, a la comunidad o al encuentro de las clases sociales.

Cuando salió al mercado esta compilación, la obra de Faulkner ya era vasta, aunque su prestigio literario provenía casi exclusivamente de sus novelas —ya se habían publicado El ruido y la furia (1929), Mientras agonizo (1930), ¡Absalón, Absalón! (1936), El villorrio (1940), entre otras—, por eso resultaba tan atractivo escarbar en el Faulkner cuentista e incluso vincularlo con el Faulkner novelista. Muchos de los cuentos de esta antología orbitan las novelas de Faulkner; algunos de ellos fueron reescritos para darles un sentido distinto e incluirlos como capítulos de algunas de éstas, tal es el caso de “Wash”, escrito originalmente en 1934, que termina siendo un episodio fundamental de ¡Absalón, Absalón!, publicada en 1936; o “Un mulo en la parcela” reescrito para La ciudad (1957), novela que junto con El villorrio (1940) y La mansión (1959), forman la trilogía de los Snopes, a la cual pertenecen muchos de los personajes incluidos en los cuentos de Faulkner.

Además de los textos ya mencionados, en esta antología también encontramos cuentos como “Una rosa para Emily”, primer relato publicado de Faulkner y posiblemente el más antologado y característico de todo su repertorio; “Hojas rojas”, considerado uno de sus mejores cuentos; “Viraje”, su cuento más famoso sobre la Primera Guerra Mundial; o “Artista en casa”, en el que más se nota la influencia de Sherwood Anderson, su mentor durante la juventud; entre otros.

Esta edición también incluye un prólogo de Miguel Martínez-Lage, traductor de la obra, así como notas sobre los cuentos, las cuales no sólo clarifican y hacen más cercano el contexto de la época, sino también develan circunstancias que pudieron motivar a Faulkner a escribir los textos. Es importante destacar que cada comentario está precedido por la fecha exacta, así como la revista y el número de la publicación original, datos que resaltan el enorme trabajo de recopilación de los textos de Faulkner.

Cuentos reunidos está cerca de convertirse en un libro clásico de la literatura norteamericana moderna. El periodo que va de 1929 a 1948, fechas que cubre este libro de acuerdo a la publicación de los cuentos en revistas, representa la consolidación de Faulkner como uno de los pilares modernos de la literatura. Pensar que su obra pudiera entenderse sin conocer sus cuentos resulta totalmente equivocado. Incluso resulta más adecuado pensar este libro como el escalón de inicio para conocer a Faulkner porque, más allá de cuentos o novelas, su obra es una totalidad que merece ser leída.

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