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El alienista, una exploración de la locura
Miguel Moncada comment 0 Comentarios

Ahora que Netflix ha adaptado El alienista de Caleb Carr en una excelente serie, cabe reflexionar sobre este magnífico y ya clásico thriller. Todo sueño de progreso genera, de forma inevitable, sus propios monstruos. Nueva York, durante su época dorada en el siglo XIX, no fue la excepción. Por sus calles deambulaban aquellos que forjaban un nombre y una fortuna, pero también aquellos homicidas que planeaban ejecutar sus crímenes. Y detrás de éstos, un hombre que deseaba comprender el móvil de aquellas mentes retorcidas. Este último, el psiquiatra Laszlo Kreizler, es requerido por Theodore Roosevelt, el comisario de la ciudad, para ayudarlo a resolver el caso de un asesino en serie que extermina con sadismo a niños y a adolescentes que se prostituyen. Kreizler es conocido como un “alienista”, pues hace años se creía que todos los enfermos mentales se encontraban alienados y así se le llamaba a todo aquel que se dedicaba a estudiar sus trastornos. Este hombre de ciencia, quien es una acertada mezcla de Sigmund Freud y Sherlock Holmes, representa el interés por esclarecer los más oscuros infiernos de la mente con la luz de la lógica y la razón.

En su afán por dilucidar estos crímenes y atrapar a su autor para someterlo al peso de la ley, Kreizler se enfrenta no sólo a los prejuicios de una sociedad que lo toma por un charlatán, sino también con policías corruptos, proxenetas y demás individuos que se oponen, por diversos motivos, a que cumpla su misión. Así, la narración también reaviva el cuestionamiento de si la maldad simplemente nace o se construye como producto de una serie de causas sociales y personales que terminan por labrar a un psicópata. Carr, a través de diversos personajes y acontecimientos, nos muestra la prostitución infantil y lo sórdido de una sociedad que no quiere mirar lo que hay detrás de asesinatos tan terribles, ya que evita a toda costa verse en el espejo de la maldad que ella misma ha creado. Como sea, esta serie de escabrosos crímenes es un reflejo de los deseos más sombríos de una ciudad pujante que no puede escapar del todo al horror que se vive en sus barrios más pobres.

Lo más impresionante es que El alienista, no obstante la honesta obscenidad con la que se adentra en el laberinto del mal, lo hace de forma tal que hay belleza en sus páginas. Sírvase el lector a sacar sus conclusiones, claro está, una vez que haya pasado por el análisis y búsqueda de un asesino serial cuyas verdaderas inclinaciones y motivos, por más que se intenten alumbrar, siempre serán oscuros e inextricables.

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