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Ecos del pasado, Europa bajo asedio
Daniel Sotomayor Vela comment 0 Comentarios

Basta dar una mirada hacia el pasado para aseverar que la historia global ha sido un escenario constante de guerras de diferentes proporciones. Grosso modo, especialistas en temas bélicos las dividen en tres conceptos: Guerras de baja, mediana y alta intensidad. Esta conceptualización es utilizada por teóricos para explicar los enfrentamientos a lo largo del siglo XX y que, hasta la fecha, tienen vigencia.

El pasado 24 de febrero del 2022 Rusia declaró una guerra formal contra el Estado-nación de Ucrania. En un discurso ante el Kremlin, Vladímir Putin indicó que la seguridad nacional rusa estaba en peligro debido al avance de presuntos grupos neonazis en Ucrania, además, las regiones orientales de Donetsk y Lugansk se declararon separatistas y Putin aceptó su rango de sitios políticamente independientes de Ucrania.

Esto dio paso a que la Federación Rusa pudiese continuar un largo conflicto por la adhesión de Crimea, salida al mar negro y, por lo tanto, a la venta de hidrocarburos y exportaciones de materias primas, como granos y fertilizantes. También Putin adujo que, desde Ucrania y, particularmente en las regiones de Donetsk y Lugansk, el gobierno electo de Volodímir Zelenski estaba perpetrando un presunto genocidio contra población que se identifica como rusa.

Por su parte, el presidente ucraniano negó las acusaciones en su contra y, como la había estado haciendo desde que tomó posesión de la investidura presidencial en 2019, pidió ayuda bélica y económica a la Unión Europea y, en especial, a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para frenar las ambiciones rusas. En cuestión de días, Occidente respondió a la afrenta rusa con dinero, pertrechos bélicos y también condenó la apertura del frente bélico en esta región de Europa del Este.

Lo menos que se puede hacer es tratar de explicar el conflicto en su justa dimensión histórico-social a nivel internacional. Para ello, en este espacio se presentarán dos textos de interpretación de la guerra ruso-ucraniana y dos fuentes primarias, una de carácter político y otra de testimonios en la lucha armada. Lo anterior con la finalidad de ofrecer al lector las diferentes posiciones que se pueden utilizar para analizar un conflicto histórico que está inserto en el tiempo presente y la importancia de confrontar las posturas para llegar a una primera explicación y análisis del objeto de estudio.

Por su parte, Carlos Alberto Patino Villa, se remonta históricamente a la posición de Rusia en el mundo y cuál ha sido su evolución política, así como sus diversas intervenciones e influencias en la esfera mundial. Grosso modo, la historia de esta zona del mundo da cuenta cómo la actual Federación Rusa actúa como un imperio ofensivo, es decir, de expansión a costa de otras regiones que son tomados en cuenta como una zona de influencia política y económica. No obstante, de acuerdo con el autor del libro Guerra en Ucrania (Debate, 2022), la declaración de guerra de Putin es una afrenta abierta contra el llamado mundo Occidental que se rige bajo las normas posteriores a la Segunda Guerra Mundial y a los tratados emanados desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que, entre sus preceptos, está el prevenir conflictos a mayor escala, aunque claramente ha sido una organización fallida y parcial. Por otro lado, el autor aduce sobre los peligros que pueden fomentar los llamados totalitarismos, haciendo un uso de la teoría política de la pensadora Hannah Arendt.

El libro se divide en cinco apartados donde se explica el inicio del conflicto, así como sus diversas y posibles explicaciones, la calidad de Rusia como potencia militar internacional, la guerra de independencia de Ucrania que se rastrea desde la eclosión de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la causalidad internacional del conflicto y los posibles escenarios post bélicos.

La línea explicativa directa del inicio de la guerra se rastrea desde las protestas sociales del 2014, llamadas el Euromaidán, donde ya se veían algunos elementos que cobraron peso en la presente guerra. Entre varios asuntos, la región de Crimea, así como Donetsk y Lugansk ya tenían visos separatistas. En aquel entonces, Putin, en su calidad de primer ministro, cuestionó la represión del gobierno de Ucrania en el área y, al indicar que se hizo una matanza a mansalva de ciudadanos rusos y prorrusos, inició planes para invadir el área de Crimea para su posible anexión a la Federación Rusa.

Esto se remonta al periodo de la Guerra Fría, cuando el premier soviético Nikita Jrushchov indicó que en la región de Crimea ya no estaría vigente el Pacto de Varsovia, cuando el área se adscribe a Polonia de ese entonces. Con el fin de la Guerra Fría y la disolución de la URSS en varias regiones se hacen repúblicas independientes, entre ellas Ucrania que se adhiere a Crimea pero Rusia no lo acepta. Además, este país tenía armas de defensa nuclear y en algunos tratados, se decidió que el arsenal fuese retirado de Ucrania, algunos expertos aducen que esto fue un craso error que ahora tiene repercusiones insostenibles en la actual guerra.

Patiño Villa también hace notar que, aún cuando oficialmente la guerra ruso-ucraniana es un frente abierto de alta intensidad, tiene características de los de baja y mediana intensidad. Esto también muestra la crueldad de la guerra y que no tiene límites en cuanto a la destrucción del enemigo. Es decir, en su estudio indica que el ejército ruso inició los ataques para capturar Kiev, la capital de Ucrania, y provocar una pronta rendición, esto bajo la operación especial militar de Putin.

Debido a que esto no fue exitoso, las tácticas militares se volcaron en destruir ciudades, centros civiles para diezmar a la población, evitar la llegada de víveres, distraer las actividades bélicas para volcarlas en ayuda humanitaria, saturar servicios médicos, la distribución de mercancías, provocar éxodos masivos de los civiles para apropiarse del país y, especialmente de Crimea, Donetsk y Lugansk; otra región afectada ha sido Sebastopol que, precisamente, forma parte de la salida hacia el Mar Negro.

Ahora bien, tanto Patiño Villa como Víctor De Currea-Lugo en su libro Ucrania. Los imperios contraatacan (Debate, 2022), prestan atención al contexto internacional, por ello, a continuación se hará referencia a este asunto abrevando de ambos estudios. Sin embargo, los textos de Patiño Villa y Currea-Lugo tienen propuestas que se pueden diferenciar. El primero tiene un sesgo un tanto maniqueo en tanto Rusia y Putin están dentro del totalitarismo y son un peligro para Occidente. Es importante dejar en claro que aquí no se justifica la guerra ni se toma partido a favor de la misma, pero se debe comprender que la causalidad histórico-social no es un asunto de buenos y malos y Occidente ha generado mucho mal en el mundo, mismo que es parte de este conflicto en Europa del Este.

La posición de Currea-Lugo es explicar que tanto Rusia como las potencias de Occidente, entiéndase la Unión Europea y Estados Unidos, a pesar de cobijarse bajo su actuar democrático, también actúan como imperios, en tanto, al menos desde el siglo XVIII han estado inmersos en guerras ofensivas de anexión a costa de otros pueblos, sin importar los costos sociales para los afectados.[1] En este sentido, Currea-Lugo explica los conflictos mundiales en los que ha estado inmerso Rusia como potencia mundial históricamente: desde la Rusia zarista con Iván el terrible en el siglo XVI, con Catalina la Grande entre 1762 y 1796, el imperio ruso hasta la revolución de octubre de 1917, la formación de la URSS, su disolución y los gobiernos posteriores hasta el actual mandato de Putin. Currea-Lugo es contundente al señalar que este conflicto no es una guerra entre dos modelos económicos, que no tiene sentido ver a Putin como la continuación de la URSS y tampoco es un socialista y mucho menos un comunista; es una  guerra dentro del marco del capitalismo imperialista.

Da cuenta de que Rusia ha tenido una expansión militarista y, al menos tras el fin de la Guerra Fría, ha intervenido en regiones que pertenecieron a la otrora URSS, como Georgia, Chechenia y Ucrania. De ello, también ha sido un constante batallar político con la OTAN y Occidente, en tanto los países miembro de la primera defienden su zona de influencia en Europa, Asia y América a costa de sus principios de no intervención. Es decir, cuando ellos aducen que defienden la democracia y la autodeterminación de los pueblos, también han intervenido de forma bélica, Rusia también lo hizo, en países como Irán, Irak, Siria y Afganistán. Y ahora lo hacen en Ucrania, si bien no militarmente, sí con financiamiento y pertrechos bélicos que han sido un importante sostén de la guerra.

De aquí que las repercusiones mundiales de la guerra han provocado la caída de mercados, devaluaciones de las monedas en tanto pierden respaldo fiduciario en sus respectivos países, crisis energéticas de gas natural y petróleo que golpeó a Europa en el invierno de 2022; las cadenas de producción y suministros también resultaron afectadas, aun cuando la situación económica mundial ya era precaria debido a los efectos de la pandemia de la Covid-19.

La intervención de la OTAN de forma económica e ideológica, así como las diversas solicitudes del Zelenski para que Ucrania forme parte de la misma, son un signo de que Europa está bajo asedio y, una vez más, las potencias temen que se desate una tercera guerra mundial, debido a la producción de armas de destrucción masiva. Además, otros frentes de guerra, que se relacionan con la guerra ruso-ucraniana, están en potencia de estallar, como las constantes amenazas entre China y Corea del Norte con Estados Unidos. Asimismo, es debido recordar que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial también han entrado al financiamiento de Ucrania. Esto podría significar que la próxima batalla sea por ver a quién le va a pertenecer este país, al menos en materia de economía política, así se manejan las potencias de occidente, mediante la coacción fiduciaria contra naciones débiles en su andamiaje fiscal.

De aquí se desprenden las fuentes primarias y la recopilación de discursos del presidente Zelenski en Un mensaje desde Ucrania (Debate, 2023). Los textos están divididos en cuatro secciones que dan cuenta de una parte del pensamiento político del dirigente ucraniano antes, al inicio y durante la guerra contra Rusia. En general, se destaca el uso político que hace Zelenski de la historia al momento de dirigirse a sus homólogos europeos y en Estados Unidos.

Los primeros discursos hacen notar un nacionalismo ucraniano que no surgió desde la disolución de la URSS, que su lengua y tradiciones los unen y se diferencian del pueblo ruso. También, refiere a su pasado judío y la participación de su familia directa en la lucha contra el Tercer Reich y la solución final contra el pueblo de la estrella de David. Esto, Zelenski lo hizo notar ante el canciller de Alemania, Olaf Scholz; el entonces primer ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson; el presidente de Francia, Emmanuel Macron; la presidenta de la Unión Europea, Úrsula von der Leyen; el presidente estadounidense, Joe Biden, y otros líderes mundiales, así como ante la ONU y la OTAN.

De aquí se pueden desprender los Cuadernos ucranianos. Diario de una invasión (Salamandra Graphic, 2023) de Igort, donde se cuenta día con día de la llegada del ejército ruso a la frontera con Ucrania y el inicio de las hostilidades con los bombardeos a las 4:00 am del 24 de febrero del 2022. Entre las cartas, llamadas telefónicas, partes de guerra y diversos diarios se da cuenta del dolor en los sectores civiles que provocan las guerras. Además, se muestra que la indiferencia y el no creer en testimonios que, a veces provienen de los mismos familiares, forman parte del pan de cada día en el frente ucraniano. Por último se señala que Zelenski, en sus discursos políticos, le recordó a Europa su pasado bélico durante la Segunda Guerra Mundial y cómo sus pueblos también resultaron severamente afectados ante la embestida nazi al mando de Adolf Hitler. Así, una vez más, Europa está bajo asedio y, sin memoria histórica, “el mundo llora a los muertos de occidente”.


[1] Vid. Marc Ferro, La colonización. Una historia global, México, Siglo XXI, 2000, 503 p.

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