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Cinco personajes al margen de la normalidad
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«La locura es imitación burlesca de la gravedad de los cuerdos»
—Mijaíl Bajtín.

El sueño de la razón produce monstruos, especuló Goya, el de la España desgarrada, católica, psicótica y terrible. ¿Qué es la locura? Quizás una acusación de quien la enuncia contra los discursos que desafían su normalidad. Detrás de las alfombras acostumbradas de lo cotidiano, suceden eventos de una irreductible intensidad humana: cargados canaletes que por su revelación interesan desde siempre a la literatura, esa investigación en el reverso.

Compilamos cinco ejemplos de personajes literarios que abandonaron los márgenes de la normalidad para hundirse en la real tensión de su experiencia.

Carlota

El mundo de su infancia y el de su última vejez son muy distintos, la cultura moderna finalmente ha fincado en la iluminación eléctrica de París, la proliferación del fetiche de la mercancía, la bicicleta y el semáforo. Y, por si fuera poco, un gobierno republicano ha determinado ejecutar a su marido, un monarca de la casa de Habsburgo.

Por supuesto que María Carlota Amelia Victoria Clementina ha perdido la cordura, sin embargo, el desborde de los límites de la razón la ha llevado a conjuntar en un discurso saturado topónimos de Oaxaca y Austria, púrpuras, cacahuananches, küchen y denuncias, de acuerdo con la imaginación manifiesta por Fernando Del Paso en Noticias del imperio (1987).

Celestino

Un niño semiprimitivo que descubre la pulsión de sus genitales, su amor por las jicoteas, los grosores de la imaginación, el poder elevador y sanguíneo de la palabra. Y también la brutalidad de la ignorancia, la asfixia anónima de la pobreza, la violencia persistente y desgarradora de quienes deberían endurecer el seno del amor: sus familiares directos.

A Celestino sus abuelos lo persiguen constantemente con un hacha para destruir aquello que el niño escribe sobre la corteza de los árboles. Posible trasunto del autor, el protagonista de Celestino antes del alba (1967) compone la primera entrega de la biografía novelada del cubano Reinaldo Arenas, formada por El palacio de las blanquísimas mofetas, Otra vez el mar, El color del verano y El asalto.

Molloy

La enorme promesa de civilización y modernidad que representó la cultura europea durante siglos en el mundo colapsó de manera dramática durante la primera mitad del siglo xx, tras dos guerras mundiales que aplicaron el desarrollo tecnológico para devastar a las potencias.

La presión insoportable de ese dolor alcanza su expresión brutal de extravío, desencanto y fiebre en el irlandés Samuel Beckett, quien en Molloy (1951) plantea el reverso del relato detectivesco tradicional, donde un sujeto que chupa piedras y no busca nada desaparece y un depositario de las confianzas de la racionalidad, una especie de policía, lo busca hasta alcanzar nada, sino reptar.

A fuerza de palabras

El periodista, dramaturgo y novelista Vicente Leñero es un cuidadoso observador de las consecuencias tanto orientadoras como enajenantes y delincuenciales de la cultura católica en la sociedad mexicana, al grado que llegó a traducir al chilango el evangelio de Lucas, con su El evangelio de Lucas Gavilán (1979), donde Jesucristo multiplica los tlacoyos y es detenido por la PGR.

En A fuerza de palabras (1961), una novela de un único párrafo, tras años de presión psicológica y una sensación de culpa y extravío insoportable, el personaje principal decide confesarse y descargar los temores de su alma, pesos emocionales derivados de la criminalidad y la violencia que lo hacen rozar la pérdida de la razón.

Reencuentro de personajes

Algo como la hermosura del profundo extravío de la conciencia, en Reencuentro de personajes (1982) Elena Garro plantea el infierno de la opresión absoluta imprecisable, la persecución total, angustiante y horrenda, donde ninguna prudencia del intelecto o el poder judicial podría librar a una mujer del acecho permanente de todos los acosos: principalmente articulados como la violencia machista de su pareja, que procura la tortura psicológica, la amenaza física, la vigilancia cómplice y la agresión ubicua, sin importar a dónde corra la víctima, en qué alfombra fastuosa se rinda o a qué carretera corra en busca de un alivio desprendido. Por supuesto que la autora trabaja con el delicado oficio de trazar la conciencia en el borde preciso del enloquecimiento: ante la absoluta presión, quizás sólo sea posible el alivio relativo de los relatos del delirio.

Uno extra

Nuestra Señora de las Flores

Jean Genet es el icónico oficiante de un culto religioso invertido gritando en el seno de la cultura monárquica de la respetabilidad francesa. El escritor homosexual compuso su obra con base en su experiencia en las cárceles y el amor de bajos fondos, donde los consejos de la moralidad tradicional yacen algo más que dinamitados.

En Nuestra Señora de las Flores (1943), más que un personaje que se extravía la locura, encontramos las posibilidades expresivas del amor dicho en negativo: donde los depositarios de la confianza son las prostitutas, los travestidos, los delincuentes, los asesinos, quienes no por sumidos en la violencia son menos capaces de fraguar entre sus costillares los tendones de la ternura y el enamoramiento.

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