Me resulta muy desconcertarme pensar que pocas cosas logran relajarme más que conocer historias sobre asesinos seriales. Y es que ya sean podcasts, series o documentales, la narración de asesinatos brutales causan una atracción impresionante. Lo que perturba más que los crímenes en sí, es la recepción del público dando como resultado que la mayoría del contenido pareciera casi exaltar sus características e imagen, por encima del dolor causado a las víctimas y sus familias. Algunos dicen que se trata de “la naturaleza incomprensible” de los actos perpetrados por ellos, cuestión que apela directamente a la mirada morbosa de lo obsceno, lo que se exacerba con el hecho de que la mayoría están completamente integrados -y muy bien camuflajeados- en la sociedad, como decía Merlina Addams: “ellos se ven como cualquier persona”.

Como bocados para esa curiosidad enfermiza que muchos de nosotros compartimos, te dejo algunos libros que hablan, tal vez también desde la intriga por lo grotesco, de asesinos en serie.

Babysitter, Joyce Carol Oates

En su nueva novela, Joyce Carol Oates nos lleva una comunidad cercana a Detroit, aterrorizada por varios asesinatos de niños. A pesar de que Babysitter (Alfaguara, 2022), nombre que la prensa le dio al asesino en serie, abandona los cuerpos de sus víctimas de una manera tan particular como escalofriante (acomodados como si durmieran a un lado de la carretera, desnudos y con su ropa doblada a un lado de ellos), la élite de la ciudad lucha por conservar la compostura y el cuidado de las apariencias que por tantos años la ha caracterizado. No es la primera vez que Oates escribe sobre un asesino serial, su novela Zombi (Debolsillo, 2003) está basada en la vida de Jeffrey Dahmer, donde nos introduce en la mente del protagonista al tomar la perspectiva de un tipo obsesionado con crear un zombi a base de burdas lobotomías. Pero en este nuevo libro, lleva la historia hacia un camino de dura crítica a la sociedad estadounidense de los años setenta que, tanto en la ficción como en la realidad, conoció sus peores productos en los crímenes de la ola de asesinos seriales.

El muñeco de nieve, Jo Nesbø

Acostumbrados a novelas en las que se daba un solo asesinato, el maestro del policial escandinavo, Jo Nesbø, enfrenta al oficial Harry Hole a lo que sería el primer asesino serial de Noruega en su séptima entrega, El muñeco de nieve (Reservoir Books, 2016). En una de las tramas más enfocadas en el duelo de ingenio, Hole recurre a un tópico ya clásico en la ficción (y no ficción) de asesinos seriales y true crime, la creación de perfiles del FBI en los años setenta. Herramienta que es usada con brillantez a la hora de analizar crímenes en los que el asesino deja relucir su narcisismo al “firmarlos” ya sea con un guiño a su siguiente víctima, a la policía o simplemente en forma de recordatorios como si de una lista de pendientes se tratara.

La velocidad de tu sombra, Jorge Alberto Gudiño

En un país donde la violencia y los asesinatos prácticamente se respiran en el día a día, un asesino en serie podría pasar desapercibido. Es por ello que cuando se sabe de algunos de los pocos casos descubiertos -como el de la “mataviejitas” o el “mounstruio de Ecatepec”- resulta asombroso, no por los crímenes en sí, sino por el trabajo policial que goza de una casi nula confianza por parte de la población. Y una pieza de literatura nacional con este tema podría también considerarse una rareza. En La velocidad de tu sombra (Alfaguara, 2019), el excomandante Cipriano Zuzunaga investiga varios asesinatos que se han cometido en la autopista urbana y los cuales solamente un periodista ha notado.

Flores sobre el infierno, Ilaria Tuti

Desde las montañas del bosque de Travenì, frontera de Italia con Austria, arriba el brutal debut de Ilaria Tuti, Flores sobre el infierno (Alfaguara, 2019). Un policial contundente y crudo que nos lleva a la investigación de la comisaria de policía Teresa Battaglia que se valdrá de sus habilidades especializadas en perfiles criminales para seguir la pista de una serie de asesinatos cuyos cadáveres se encuentran desnudos, con la cara desfigurada y los ojos arrancados (primera víctima). Con una investigadora cuya racionalidad recuerda a Sherlock Holmes y un asesino dispuesto a desafiar esa poderosa arma que es su mente, Tuti nos regala una novela negra con bifurcaciones morales y emocionales rara vez vistas.

El niño 44, Tom Rob Smith

Inspirada en la historia de Andrei Chikatilo, uno de los pocos asesinos en serie soviéticos (que se conocen) quien durante los años ochenta y noventa mató a cincuenta y cinco niños y mujeres, y fue capturado y ejecutado en 1994; El niño 44 (Salamandra, 2015) sitúa los hechos en la Rusia estalinista. Leo Stepánovich Demídov cree ciegamente en la propaganda oficial, que sostiene que su país es el paraíso de la igualdad y la fraternidad sobre la Tierra que merece la defensa de todos sus enemigos con los medios que sean necesarios, incluidos la represión y el castigo severo a los infractores. Cuando es obligado a trabajar en una ciudad industrial, es que se topa con los casos de varios niños asesinados y emprende la investigación en la que sobresalen el absurdo y la brutalidad de los regímenes totalitarios como en el que él mismo vive.

American Psycho, Bret Easton Ellis

Cerramos con un clásico de la ficción de asesinos seriales (además de Hannibal Lecter). Bret Easton Ellis sintetiza todos los vicios del capitalismo exacerbado en la figura del yuppie Patrick Bateman, un ambicioso joven de Wall Street que consume vidas como el mismo capitalismo lo hace en el mundo entero, pero no se conforma con simplemente tomarlas, sino que viola, desmembra y tortura. American Psycho (Random House, 2020) nos pone enfrente la crudeza de la actitud que la sociedad moderna alaba caracterizada por conseguir objetivos a toda costa y acabar con seres humanos en su tiempo libre.

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