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13 segundos en el fin del mundo
Amilcar Amaya Lopez comment 0 Comentarios

Mis primeros encuentros con la cultura pop japonesa se dieron con los animes de Heidi, Mazinger Z y Meteoro. Conocer la literatura japonesa tardó algo más de tiempo. Empecé bien, con Kimifusa Abe (Kobo Abe) y La mujer de la arena. Después conocí a Banana Yoshimoto, las aventuras detectivescas de Hanshichi escritas por Kido Okamoto y las desventuras contemporáneas y surrealistas de Haruki Murakami. Ahora me encuentro con Keigo Higashino y uno de los temas de los que siempre trato de leer algo o ver una película: el apocalipsis.

Los escenarios apocalípticos en el cine y la literatura han funcionado, desde siempre, para hacer un análisis sobre varios aspectos de la sociedad. En los casos más extremos, Mad Max por ejemplo, la humanidad ha sido despojada de cualquier barrera moral y la existencia se limita a la supervivencia del más fuerte. Es cierto que la bondad y la amistad siguen siendo valores importantes en el mundo de Mad Max, pero basta con que la maldad apriete un poco más el pie para desaparecerlos por completo. Esa condición es una constante en el mundo post apocalíptico casi sin importar qué veamos, ya sea Children of men o Snowpiercer.

En el mundo de la literatura no puede faltar el futuro embarrado en el caos. Soy Leyenda y La carretera, de Richard Matheson y Cormac McCarthy respectivamente, son algunos de los mejores ejemplos que me saltan a la memoria. Keigo Higashino se monta en la ola con Paradox 13 y me ayuda a responder una duda que tenía y no me dejaba dormir: ¿cómo sobreviviría Japón a un fenómeno apocalíptico? Cuando se estrenó Shin Godzilla nos contaron que la burocracia japonesa, aunque lenta, podría salvar el día, pero ¿si esa burocracia desapareciera… junto con todo lo demás?

Keigo Higashino es uno de los escritores más famosos de Japón. Ha ganado algunos de los premios más importantes de su país, como el Edogawa Rampo a la mejor novela negra o el Mystery Writers of Japan. En el mundo asiático de la literatura, su nombre suele permanecer en los primeros lugares de venta y, en general, con bastante razón.

Paradox 13 nos habla de un mundo en el que las altas instancias políticas del archipiélago japonés y otras naciones están conscientes de que algo catastrófico puede suceder el 13 de marzo, a las 13 horas con 13 minutos y 13 segundos. La Tierra se verá afectada por el influjo de un agujero negro, pero las consecuencias son desconocidas. Lo mejor que pueden hacer es lanzar comunicados a diferentes instituciones, suplicando aconsejar a sus empleados que durante un lapso de 20 minutos, comprendido entre la 13:00 y la 13:20, no hagan nada peligroso. Pero la vida es un peligro, ¿no?

No sé si presentar a sus personajes como si fuera una obra de teatro (nombres y rasgos generales antes del primer capítulo) es una característica de la literatura japonesa. Okamoto lo hacía, pero Okamoto era un tradicionalista, y Keigo lo hace también en esta novela. Así, antes de siquiera empezar el libro conocemos a Fuyuki y Seiya Kuga, dos hermanos policías. Fuyuki es un agente local de Tokio y Seiya, el mayor, es un Oficial de Carrera, inspector de la jefatura de Tokio. No sé nada sobre el organigrama de seguridad japonés, pero basándonos en lo que nos cuenta el libro, el puesto de Seiya es mucho mejor y con un futuro más prometedor. Además, Seiya es un policía ideal, de vocación, al contrario de Fuyuki, que aceptó entrar al Cuerpo por estar a la sombra de su hermano y querer impresionar a su familia en el mismo campo. No podíamos entrar a la novela de mejor manera, sabemos que no se deberían correr riesgos durante el llamado Fenómeno P–13, sin embargo estos dos hermanos están a punto de arrestar a una banda de asaltantes armados que no tardan en escapar. Es cierto que sus jefes les ordenaron que no hagan nada por los próximos 20 minutos, pero los delincuentes están ahí, desprevenidos a unos metros de distancia…

Y hay disparos. Y un Fenómeno P–13.

Algo extraño ha pasado. Fuyuki ve cómo el auto en el que iban los ladrones se estrella más adelante. Pero no sólo eso, cada vehículo, que un segundo antes debía tener una dirección precisa, comenzó a perder el rumbo, causando choques y accidentes por todos lados. Kuga logra ponerse en pie para explorar. Obviamente, para entender el nivel de confusión del protagonista, deberíamos dejar que Higashino nos lo explicara, pero pueden imaginárselo. De un momento a otro Fuyuki Kuga es el único ser humano sobre la Tierra.

Salvo por los múltiples accidentes automovilísticos, el mundo parece haber quedado en pausa. Los únicos ruidos que viajan hasta los oídos de Fuyuki son el rugir de los incendios y algunas alarmas. Convencido de que no podía ser la única persona en el mundo, al recorrer la ciudad se encuentra con una mujer y su hija, una estudiante de instituto llamada Asuka y, con el tiempo, un grupo de supervivientes liderado, sí, por su hermano.

Sabemos que Japón, en nuestra realidad, está expuesto a continuas amenazas naturales. En Paradox 13 esto no deja de ser cierto. Subsistir en un mundo en el que han desaparecido casi todos no es lo peor que le puede pasar al pequeño grupo de Seiya y Fuyuki, si además tienes que resistir enfermedades, lluvias torrenciales y destructivos terremotos, migrando de un supuesto lugar seguro a otro, mientras luchas por entender cómo es que se llegó a esa situación en primer lugar. Por otro lado, agreguemos a la mezcla las naturales diferencias entre personalidades de los sobrevivientes.

El escenario apocalíptico le sirve a los autores para explorar sus inquietudes sobre las honduras del corazón humano, echar una luz a las orillas oscuras de nuestra personalidad.

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