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Retrato de una autora que escribe con brújula. Entrevista a Fernanda Melchor
Alejandra Arévalo comment Un comentario

“Para mí la literatura es fenomenológica, no es nada más algo que se lee, es algo que involucra todo el cuerpo. Para mí escribir es involucrar todo el cuerpo.”

Hace cuatro años encontré Aquí no es Miami de Fernanda Melchor en una librería de la UANL en Monterrey. Su libro llegó como un cubetazo de agua fría. Recién había acabado el sexenio de Calderón y las similitudes entre el Veracruz de su obra y mi contexto me llevó a conocer más sobre su narrativa. En 2017 su novela Temporada de huracanes fue nombrada una de las mejores obras literarias en México por periodistas culturales como Mónica Maristain, y en 2018 presentó la reedición de Aquí no es Miami, un libro de crónicas escritas en el 2011 y que tiene a Veracruz como fondo primordial de las historias.

Había escuchado anteriormente a Fernanda Melchor en sus presentaciones y es casi igual a hablar con ella en un café de la Roma. Directa, con humor y sin chingaderas, Melchor puede hablar por horas sobre sus personajes y sus emociones, pero también de Freud, Stephen King y David Lynch. Ella escribe e involucra todo el cuerpo y confirma que su voz es una de las muchas voces de escritoras que están dispuestas a poner “todas las carnes en el asador” por su escritura.

Para la autora, hablar de Veracruz es primordial en su obra, tanto su novela como sus relatos parten de una realidad del puerto. En Aquí no es Miami cada historia muestra un Veracruz diferente. Una ciudad de la que no se habla en los medios, una ciudad que esconde secretos y también violencia.

“La visión de Veracruz a veces es muy folclórica, los viejitos bailando danzón, el café con leche de La Parroquia, el carnaval. Está anclada en una onda turística” me dice Melchor.

Yo sentía que no era el Veracruz de verdad, no era el Veracruz que yo buscaba vivir cuando era adolescente. Un Veracruz de cantinas, de muelles y drogas. Cuando comencé a escribir historias fue con el Corrido del Quemado, porque cuando aún estaba en la facultad me lancé a participar en un concurso de la CNDH de linchamiento. Y ahí me di cuenta que tal vez podía hacer una carrera de eso, contar historias que te pasan y contarlas de una manera literaria, en escenas y visuales. No con las palabras mismas del periodismo con esas fórmulas ya cansadas.

Es tratar de entender de Veracruz, un puerto tan importante pero al mismo tiempo tan abandonado. Tan libertina para unas cosas, pero también tan conservadora, machista y clasista para otras. Un ambiente donde hay mucho dinero, pero una miseria terrible también. Todas estas contradicciones quería contarlas y en Veracruz pasan cosas loquísimas.

Contar sobre una ciudad asediada por la violencia no es una tarea fácil. Y cuando Melchor habla de esto lo sabe. Puede decirlo libremente mientras estamos sentadas en este café, pero hay cosas que siempre son complicadas al momento de escribir. En 2017 según Gatopardo asesinaron a 12 periodistas y de acuerdo con la CNDH hay siete feminicidios diarios en México. Esta combinación es plenamente consciente en Melchor y en su labor como escritora.

Con Temporada de huracanes pasó que yo vi una nota y dije: estaría chido hacer una novela de realidad, pero si me voy a Veracruz me van a matar. Es decir, es imposible. Y eso es una de las cosas más gachas de ser escritora y periodista mujer en este país. Hay un montón de cosas que quieres hacer y no puedes. Yo no me puedo ir a un pueblo a investigar porque sé que eso no acabará bien. Son demasiados riesgos. Yo quiero mucho mi vida. Quisiera que me ganara la adrenalina, pero no me gana. Soy realista. Entonces dije: haré una novela de ficción, estos personajes que son esquemáticos, está la víctima, el victimario y la gente. Yo dije: yo lo voy a inventar todo. Y me senté a escribir y fue como escuchar un dictado, estas voces de mujeres que eran las voces de mis tías hablando de la muerte del otro. Hice notas como si fuera periodista. Hice declaraciones ministeriales. Al principio fueron muchos testimonios, estos personajes me buscaron a mí y me contaron esta historia.

Originalmente yo quería que la novela fuera una especie de road movie donde van tres chavos en un coche a cometer un asesinato. Pero las voces de las mujeres empezaron a ganar. Una va cambiando con el tiempo, porque cuando escribí Falsa Liebre me di cuenta que no pasaba el test de Bechdel, y pensé chin… pero luego dije: no, qué más feminista hay que una mujer pueda escribir de lo que se le dé la pinche gana. Así que quise escribir de voces de masculinidades que no son las tradicionales, quería escribir de eso. Es decir, el tema masculino me intrigaba, pero en Temporada, tal vez inconscientemente escribí para que las mujeres hablen a pesar de que en realidad el crimen sucede entre hombres.

Lo que sucede cuando escribes una novela es que de repente te llegan cosas que no esperas nada. Yo no escribo con mapa, yo escribo con brújula. Yo sé que tengo que ir para allá pero no sé qué voy a encontrar. A veces pienso qué ridícula, debería ponerme a planear toda la novela, pero no se puede porque hay cosas que sólo descubres escribiendo. Hay hallazgos que sólo descubres en ese darte el tiro con una historia.

Leer Temporada de huracanes fue precisamente un descubrimiento de personajes y situaciones en un México quebrado. La miseria, el desamor y la muerte son temáticas centrales en la novela. Mientras unos niños juegan en La Matoza, descubren el cuerpo de una mujer. Pronto este suceso desencadena las voces de aquellos que fueron testigos y partícipes del crimen, pero también vuelve al lector un observador de los demonios de cada uno de ellos. Fernanda Melchor se ríe cuando le digo que su novela no sólo es difícil de leer, sino de citar. Necesitas leerla para comprender de qué habla cada lector que se enfrasca en este difícil contexto.

Sinceramente, cuando yo escribí la novela avizoré la loquera que iba a hacer y sí tomé la decisión de que me valiera madres, que sé que no es un libro particularmente fácil de leer, es un libro que exige mucho de ti emocionalmente. Tiene reglas muy duras. No hay pausas. No se pueden hacer citas. La verdad es que no soy muy fan de la literatura de citas. Siento que la literatura que está concentrada en la frase matadora está concentrado en algo muy efímero. Y acaba uno como Borges.

No es una literatura de citas, pero sí una en la que la estructura, el ritmo, los personajes y su forma de hablar van creando un ambiente que se vuelve ya un sello personal, lo que se  confirma en la nueva crónica añadida de la versión actualizada de Aquí no es Miami.

Hay un interés por el ritmo, por el lenguaje, por el efecto sonoro. Siento que las cosas no nada más las sientes porque son cosas tristes, sino porque las palabras que se emplean son las adecuadas para crear un efecto sonoro que reverbere. Para mí la literatura es fenomenológica, no es nada más algo que se lee, es algo que involucra todo el cuerpo. Para mí escribir es involucrar todo el cuerpo. Lo que yo siento. Siento que eso le da un plus. La literatura ahora compite con series y programas y productos muy atractivos visualmente. Con Netflix, Whatsapp, Twitter… Cómo lograr una literatura que dé algo más que estas cosas.

Aunque Fernanda Melchor descubra poco a poco lo que dicen sus personajes, hay en Temporada de huracanes un tema central que mueve a los personajes: la obsesión del amor o el amor imposible. A Melchor le gusta llamarlo enculamiento. 

Yo quería hablar de cómo el amor es una ilusión más, de cómo muchas veces perseguimos o creemos que nuestra existencia se va a resolver por otra persona, con el amor a otra persona. Entonces mis personajes están constantemente en busca de ese amor que ni siquiera saben reconocer porque nunca lo han tenido. Es su pieza faltante. Que obviamente la que está ya no embona porque es algo más lo que hace falta, pero mis personajes viven enceguecidos de que esa es la solución. De hecho, la palabra amor no aparece en la novela, la borré. Verga aparece mil veces, pero amor no. Y no es que en La Matoza no exista el amor, yo siento que sí, pero la historia está concentrada en este grupo de personas que carece de todo eso.

Sin embargo, es difícil escapar del amor porque es de las pocas satisfacciones que tenemos en la vida. El amor es de las cosas que más satisfacción te da, más que las drogas, el trabajo, pero al mismo tiempo cuando es imposible, cuando no se da, cuando te falla es de las cosas más dolorosas. Y es una ilusión.

En palabras de Melchor: “Escribir Temporada fue un viajesote” y esta frase es muy importante porque el mismo lector se percata de eso al leerla. La narrativa de la autora es precisamente aquello que te invita a no parar de leer. Clara, apasionada e inteligente, la temática que le interese a Fernanda Melchor será así. Me exige que lea The Straight Story de David Lynch y también habla con pasión de otros autores y profesores que la formaron. A propósito de eso, ese parece ser su siguiente paso como escritora.

Creo que quiero escribir algo desde la ternura. O sea, no quiere decir que no habrá crimen o amores prohibidos, pero este tema me llama la atención. Me interesan además los temas que tienen que ver con lo no permitido. Ahora las mujeres estamos escribiendo cosas bien cabronas por lo mismo. Nadie espera nada de nosotras. Por eso podemos romper madres y no tenemos nada que perder. Porque sabemos que nunca vamos a llegar a la gloria, así que echamos todas las carnes al asador. No estamos tratando de quedar bien con nadie. Cuando me di cuenta que podía hacer esta novela, de esta forma tan densa y no acostumbrada de las novelas yo me dije, me vale madres, quiero que esta novela sea así. ¿Qué, no me van a leer? pues igual ni me iban a leer, ya sabes cómo es la banda, por ser joven, por ser mujer. Pero creo en esta novela.

Fernanda Melchor está consciente de las expectativas y de los cambios que vienen más adelante. Se detiene a pensar y me dice: la verdad, no quiero clavarme en eso.

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