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Visiones surrealistas y monstruos marinos
Aldo Fabián López Cruz comment 0 Comentarios

Monstruos marinos es la tercera y más reciente novela de la escritora mexicana-estadounidense Chloë Aridjis. Es una obra originalmente escrita en inglés, y además, es la primera vez que la autora desarrolla una historia situada en el país donde creció.

La historia nos remite a un México del pasado, concretamente a 1988, donde Luisa, una adolescente de 17 años, inteligentísima, culta y poseedora de una imaginación sorprendente vive sus días en la siempre activa Ciudad de México. Como todo ser humano (y más a esa edad) ella se hace preguntas constantemente, girando en sus pensamientos conceptos como el amor, el sexo, la amistad y la intensidad con que un ser humano debería pasar por este mundo.

«Cuando era más niña teníamos un acuario, una rebanada de mar en un rincón del estudio de mi padre.»

«Nos encantaba aquella arteria llena de tráfico, con bancas de hierro forjado color verde, y los arboles elocuentes cuyas ramas hacían formas imposibles como torneadas por las conversaciones diarias con el viento.»

Pero contra lo que pudiera pensarse, la novela va más allá de la clásica historia juvenil, explorando al personaje a niveles introspectivos y reflexivos, esto se siente intensamente; ya que se encuentra narrada en primera persona.

Luisa tiene una vida que considera monótona, aunque con sus ratos interesantes, dada la ciudad que habita: salidas a discotecas, reuniones sociales con personajes más bien extravagantes y calles llenas de otros más con sus respectivas particularidades. Todo esto descrito con verdadera fascinación por la protagonista.

Un día conoce a Tomás, un joven de 19 años, y su interés por él es inmediato, de igual forma, conforme lo va tratando más, su imaginación se dispara más que nunca. Sin darse cuenta, el joven provoca que Luisa pierda sus miedos e inseguridades. Así, se forja una relación que la joven cree es única  y especial, tal vez hasta amor.

Las descripciones que la autora hace de los lugares y personajes que se cruzan por el camino de Luisa son magníficas, están cargadas de un lenguaje profundamente poético. Resulta realmente admirable la forma en que va invocando con sus palabras esas calles, esos edificios, esas playas y ese mar conforme necesita traerlos a la memoria de la narradora.

«Otros decían que Zipolite significaba lugar de caracoles, una idea más atractiva ya que las espirales son prolijos acomodos del tiempo y el espacio, y qué son las playas si no una conversación entre elementos, un movimiento constante hacia dentro y hacia afuera.»

Hay un momento clave en la historia, cuando Luisa queda fascinada por una noticia que lee en el periódico:

«Doce enanos ucranianos huyeron de un circo soviético. El circo y los enanos estaban de gira en México desde principios de octubre, tanto en la costa como tierra adentro. Entonces, sin advertencia alguna, se fueron.»

La desconcertante y extravagante noticia aviva algo en ella, tal vez los deseos de explorar y conocer el mundo, de ir en busca de algo que no tiene del todo claro, pero que desea con todas sus fuerzas. Así, después de contárselo a Tomás, deciden escapar juntos a las playas de Zipolite, Oaxaca, a donde creen que se dirigen los enanos ucranianos. Ahora la ciudad es sustituida por escenarios más poderosos: la playa y el mar.

Y es justo en ese momento cuando la autora despliega más que nunca sus descripciones mágicas con Luisa como vehículo. En esos escenarios la joven conoce la ilusión, la esperanza, la desilusión y la soledad más de una vez. Compara su vida anterior con la nueva y llega a asombrarse.

«…después de todo, la única manera de convertirse en alguien más era ignorar las voces que hablaban desde el interior, alarmadas, protestando, mientras me quitaba la falda y me desabrochaba el brasier.»

«Cerré los ojos, ligeramente excitada por el abrazo de las olas, brazos invisibles que se enroscaban en mis piernas…»

«Como de costumbre, el mar estaba inquieto, era un contrapunto de crestas blancas y colinas oscuras y podía verse, casi sentirse, el rocío de las olas desde lejos.»

En el nuevo escenario también surgen figuras peculiares, como la dueña de “El cósmico” un restaurante en la playa donde Luisa acude a comer. Ahí la mujer le cuenta con detalle historias sobre personas que han perdido la vida en el mar.

Destaca también la aparición de un joven con el que la protagonista no puede hablar, ya que deduce es extranjero, a quien ella sólo llama “Tritón”

«Las angulosas facciones eslavas daban una nueva geometría a la escena, por no hablar de los ojos rasgados, casi reptilianos que bebían el entorno, pero no entregaban nada a cambio.»

La novela no destaca por ser una trama compleja, es sencilla, es el camino que debe tomar una joven; parte de su proceso de madurez. Lo realmente sobresaliente (y que al leerla se comprende por qué la obra ganó un premio tan importante como el PEN/Faulkner) es el talento de Aridjis para narrar, para crear imágenes y seres que rayan en lo surreal, para salirse de los estándares establecidos en los que las palabras no sólo ayudan a desarrollar una historia, sino que se convierten en protagonistas de la misma.

Construye situaciones que bien parecen surgir de los sueños, de la espontaneidad, hace recordar a esos escritores franceses que tanto admira la autora (como Gérard de Nerval) o a técnicas narrativas de escritores estadounidenses (como Jack Kerouac).

«Los perros de Zipolite podían estar a salvo de las congojas de la ciudad, pero pasaban todo el día recorriendo la playa, como buscando algo que no estaba en el paisaje…Un batiburrillo de razas, ninguno de un solo color, sino con parches de dos o tres tonos. Las caras de algunos parecían máscaras negras, interrumpidas por hocicos cafés o un par de cejas doradas, otros parecían lobos o gatos enormes.»

Al concluir la lectura, uno puede sentir que acompañó a esta joven en todo su camino, sintió todas las sensaciones que ella experimentó al pisar estos lugares, y de igual forma, el cambio, la evolución que le provocaron tales experiencias; aunque no sea algo que se pueda percibir o quedar totalmente claro en palabras. Es, sin duda, una novela creada por una mente sensible y poética, recomendable para quienes disfrutan, más que de historias complejas, de la belleza que representa una perfecta narrativa.

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