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Los besos de la literatura que más nos gustan
Mauricio Montes comment 0 Comentarios

En este Día Internacional del Beso, te dejamos estas recomendaciones de los besos de la literatura que más nos gustan.

Si no tienes con quién celebrar el Día Internacional del Beso, en Langosta Literaria nos dimos a la tarea de reunir los mejores besos relatados en nuestros libros para que no extrañes tanto el muack-muack.

Porque los hay furtivos, apasionados, lentos, presurosos, prohibidos, cariñosos, maternales, incluso mentirosos. En esta lista repasamos aquellos besos que nos marcaron como lectores.

1.SALVAR EL FUEGO, DE GUILLERMO ARRIAGA:

“Pedro y yo nos metimos al agua y recargados en la orilla comenzamos a rozarnos con los pies. Parecía un juego inocente, pero poco a poco fuimos enlazando nuestras piernas. Nos quedamos mirando y sonreímos. «Ya párale», le dije bastante excitada. «Ya la paré», bromeó él y señaló hacia su traje de baño. Un bulto erecto surgía por entre la tela. «A ti nunca te han gustado las mujeres», le reproché. «Nunca», respondió, «ni me van a gustar. Marina, tú no eres una mujer, eres una diosa», sonrió y me besó. Traté de evadirlo, pero él me detuvo la cabeza con ambas manos. Nos besamos unos segundos y me separé de él. Con el mentón señalé a Héctor que dormía profundo en el camastro. «¿No te importa?», le pregunté. «Claro que me importa, si es el amor de mi vida. Pero quiero probar.» Nos quedamos en silencio.”

Salvar el fuego (Alfaguara), novela por la que el mexicano Guillermo Arriaga obtuvo el Premio Alfaguara de Novela 2020, es una historia que explora la capacidad de los seres humanos para cruzar las fronteras de la locura, el deseo y la venganza.

Marina es una coreógrafa, casada, con tres hijos y una vida convencional. José Cuauhtémoc proviene de los extremos de la sociedad, es un homicida condenado a cincuenta años de cárcel, un león detrás del cristal, siempre amenazante y listo para atacar. Entre ambos se desarrolla una relación improbable.

2. LLÁMAME POR TU NOMBRE, DE ANDRÉ ACIMAN:

 “…Me miró fijamente a la cara, como si le encantase y quisiese estudiarla y entretenerse en ella, después me tocó el labio inferior con un dedo y lo dirigió de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, una y otra vez mientras yo permanecía tumbado, viéndole sonreír de tal manera que me hacía temer que pudiera pasar cualquier cosa y no hubiera vuelta atrás, que esa fuera su manera de preguntar y allí estuviera mi oportunidad de negarme o decir algo y ganar tiempo, para así poder debatirlo conmigo mismo, una vez llegado a ese punto. Pero no me quedaba tiempo, pues adosó sus labios a mi boca y me dio un beso cálido, conciliador, perfectamente medido, hasta que me percaté de lo famélico de mi beso. Ojalá supiese calibrar el mío de la forma que lo hacía él. Pero la pasión nos permite esconder más y en aquel instante, en el muro de Monet, si deseaba esconderlo todo sobre mí tras aquel beso también estaba desesperado por olvidarlo perdiéndome en su interior.”

Llámame por tu nombre (Alfaguara), de André Aciman: en una localidad de la costa de Italia, durante la década de los ochenta, la familia de Elio instauró la tradición de recibir en el verano a estudiantes o creadores jóvenes que, a cambio de alojamiento, ayudaran al cabeza de familia, catedrático, en sus compromisos culturales.

Oliver es el elegido este verano, un joven escritor norteamericano que pronto excita la imaginación de Elio. Durante las siguientes semanas, los impulsos ocultos de obsesión y miedo, fascinación y deseo intensificarán su pasión.

3. EL GRAN GATSBY, DE FRANCIS SCOTT FITZGERALD:

“… Una noche de otoño, cinco años antes, Daisy y él paseaban por una calle mientras caían las hojas, y llegaron a un sitio donde no había árboles y la luz de la luna teñía de blanco la acera. Se detuvieron allí para mirarse. Hacía fresco y flotaba en el aire esa misteriosa emoción que traen consigo los dos cambios más importantes del año. Las tranquilas luces de las casas tarareaban en la oscuridad, y había un estremecimiento, una agitación entre las estrellas. Gatsby vio por el rabillo del ojo que las baldosas de las aceras formaban en realidad una escalera y ascendían hasta un lugar secreto por encima de los árboles, al que podía subir si subía solo, y donde estaría en condiciones de mamar de la ubre de la vida y beber de un trago la incomparable leche del asombro. Su corazón latía cada vez más deprisa mientras el rostro blanco de Daisy se acercaba al suyo. Sabía que cuando besara a aquella chica y uniese para siempre sus visiones inefables a su aliento perecedero, su espíritu nunca cabalgaría ya con la libertad del espíritu de Dios. De manera que esperó escuchando un instante más el sonido del diapasón golpeado contra una estrella. Luego la besó. Al contacto con sus labios, Daisy se abrió para él como una flor y culminó su encarnación…”

El gran Gatsby (Debolsillo) es un retrato de la Jazz Age que captura el espíritu de la generación de Scott Fitzgerald y le concede un trono permanente en el Olimpo de la literatura norteamericana.

El millonario hecho a sí mismo, Jay Gatsby, personaliza una de las obsesiones del autor y de la sociedad de su país: la combinación de dinero, ambición y lujuria como promesa de nuevos comienzos. Una extraordinaria fábula -y como tal, no exenta de moraleja- sobre el sueño americano.

4. LA TREGUA, DE MARIO BENEDETTI:

“…La camaradería es una linda etapa, insustituible, irrecuperable. Eso no se lo perdonaré nunca a la madre de Isabel; durante el noviazgo se nos pegaba siempre como un parche, nos vigilaba tan estrecha y celosamente que, aunque uno fuera el colmo de la pureza, se sentía obligado a convocar todos los pensamientos pecaminosos que tuviera disponibles. Hasta en aquellas ocasiones —rarísimas, por cierto— en que ella no estaba presente, no nos sentíamos solos; estábamos seguros de que una especie de fantasma con pañoleta registraba todos nuestros movimientos. Si alguna vez nos besábamos, estábamos tan tensos, tan atentos a captar cualquier indicio premonitorio de su aparición en cualquiera de los puntos cardinales del living, que el beso nos resultaba siempre un contacto meramente instantáneo, con poco de sexo y menos aún de ternura, y en cambio mucho de susto, de cortocircuito, de nervio herido…”

La tregua (Alfaguara), de Mario Benedetti se ha traducido a decenas de idiomas y ha sido adaptada al cine, la televisión, el teatro y la radio, y ha gozado de la excepcional acogida de los lectores de todo el mundo. En esta novela conoceremos a Martín Santomé, un viudo con tres hijos, quien en las vísperas de su jubilación comienza a registrar en un diario su vida gris y sin relieve. La vida cotidiana de la rutina en la oficina y la de un hogar desunido y crispado se verán alteradas cuando irrumpe en su rutina la joven Laura Avellaneda, su nueva empleada. Y este hombre, casi sin proponérselo, decide abrir en su vida un paréntesis luminoso.

5. ROMEO Y JULIETA, DE WILLIAM SHAKESPEARE:

“¿Cómo estás aún tan bella? ¿He de creer que la fantasmal Muerte te desea y que ese flaco monstruo horrendo quiere convertirte en su amante y prisionera? Voy a quedarme aquí para evitarlo, y nunca más saldré de este palacio de oscura noche. Me quedaré aquí con los gusanos, que son tus criados; me instalaré en ese descanso eterno, sacudiéndome el yugo de los astros de esta carne, hastiada ya del mundo. ¡Ojos, brazos y labios, despedíos! ¡Oh, puertas del aliento, con un beso sellad un pacto eterno con la Muerte! ¡Ven, guía amargo, consejero fétido! ¡Desesperado timonel, arroja contra las rocas tu extenuada barca! ¡Por mi amada! (Bebe.) ¡Oh, honrado boticario! Tu remedio es veloz… Un beso… y muero. (Muere.)”

Romeo y Julieta (Penguin Clásicos) de William Shakespeare: el tiempo no ha cerrado las heridas de los Montesco y los Capuleto, dos familias de Verona enemistadas por antiguos pleitos cuyo origen ya casi nadie alcanza a recordar. Con el odio llegó la violencia, y con la violencia, las primeras víctimas inocentes. Pero del odio nació también el amor entre dos jóvenes predestinados a la desventura: Romeo y Julieta. La suya es una de las historias más populares de todos los tiempos, a la vez que su trágico desenlace se ha convertido en un hito de la literatura universal, «pues jamás hubo tan triste suceso como este de Julieta y su Romeo».

6. LA AMIGA ESTUPENDA, DE ELENA FERRANTE:

“—Sé que estás despierta —dijo.

—Sí.

—No pienses en tu amiga, quédate.

—Lo está pasando mal, me necesita.

—Soy yo quien te necesita —dijo, se estiró, me besó en la boca sin la ligereza de su hijo, separándome los labios con la lengua.

Me quedé inmóvil.

Él apartó apenas la sábana sin dejar de besarme con cuidado, con pasión, y con la mano buscó mis pechos, me los acarició debajo del camisón. Después bajó hasta mis piernas, apretó con fuerza dos dedos contra la braguita. No dije ni hice nada, me sentía aterrada por su comportamiento, por el asco que me daba y el placer que, pese a todo, sentía. Sus bigotes me pinchaban el labio superior, su lengua era áspera. Se separó de mi boca despacio, apartó la mano.

—Mañana por la noche tú y yo daremos un largo paseo por la playa —dijo con voz ronca—, te quiero mucho y sé que tú también me quieres muchísimo. ¿No es así?

No dije nada. Él me rozó otra vez los labios con sus labios, murmuró un buenas noches, se levantó y salió de la cocina. Seguí sin moverme, no sé durante cuánto tiempo…”

Con La amiga estupenda (Lumen), Elena Ferrante inaugura una tetralogía deslumbrante que tiene como telón de fondo la ciudad de Nápoles a mediados del siglo pasado, y como protagonistas a dos jóvenes mujeres: Lenù y Lila.

Ellas están aprendiendo a gobernar su vida en un entorno donde la astucia, antes que la inteligencia, es el ingrediente de todas las salsas. Su relación, a menudo tempestuosa, viene acompañada de un coro de voces que dan cuerpo a su historia y nos muestran la realidad de un barrio pobre, habitado por gente humilde que acata sin rechistar la ley del más fuerte, pero La amiga estupenda está lejos del realismo social: lo que aquí tenemos son unos personajes de carne y hueso, que nos intrigan y nos deslumbran por la fuerza y la urgencia de sus emociones.

7. LA MUJER DEL PELO ROJO, DE ORHAN PAMUK:

“Sentía la hierba en la espalda, en la nuca, y recordaba las caricias de la Mujer del Pelo Rojo sobre mi piel. Habíamos hecho el amor en el sofá del salón, sin apagar del todo las luces. No podía sacarme de la cabeza su cuerpo, sus pechos enormes, la forma en que la luz se reflejaba en su piel cobriza; pensé en los besos de sus preciosos labios, en la manera en que sus manos acariciaban todo mi cuerpo, y quise hacer de nuevo el amor con ella. Pero Turgay, su marido, regresaría de Estambul al día siguiente, así que, naturalmente, era imposible.

En mis noches solitarias en Öngören, Turgay se había acercado a mí y me había brindado su amistad sincera. Y, a cambio, yo lo había traicionado acostándome con su mujer la noche en que él se había marchado a Estambul. Rebusqué entre mis pensamientos de borracho excusas que justificaran mi crimen, a fin de demostrarme que no era un traidor ni una mala persona: era cierto que, para cuando me enteré de que la Mujer del Pelo Rojo y Turgay estaban casados, las cosas ya habían llegado demasiado lejos. Además, tampoco era que Turgay y yo fuéramos amigos desde hacía cuarenta años; en total, solo lo habría visto unas tres o cuatro veces. Por otro lado, suponía que los actores nómadas que bailaban danzas insinuantes y contaban historias obscenas para entretener a los soldados tampoco es que creyeran mucho en los valores familiares. Y puede que Turgay engañase a su mujer con otras. Quizá hasta se explicaban sus aventuras…”

En las afueras del Estambul de 1985, un maestro pocero y su joven aprendiz son contratados para encontrar agua en una llanura estéril. Mientras excavan sin suerte metro a metro, nace entre ellos un vínculo casi paterno-filial, una dependencia mutua que se verá alterada cuando el adolescente se enamore perdidamente de una misteriosa mujer de pelo rojo: un primer amor que marcará el resto de sus días.

El viaje de este joven hacia la edad adulta se acompasa al de una Turquía que ha ido transformándose de forma irreversible, y le sirve a Orhan Pamuk para regresar a los temas que han dominado una buena parte de su obra. En esta mezcla de fábula, relato mitológico y tragedia contemporánea, el autor vuelve a poner frente a frente las culturas de Occidente y Oriente.

8. RAYUELA, DE JULIO CORTÁZAR

“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.”

Uno de los besos más famosos de la literatura. Los crípticos y misteriosos capítulos de Rayuela (Alfaguara) nos hablan de personajes complejos y ciudades maravillosas, pero el número siete se centra en un solo asunto, es apenas media cuartilla en la que Cortázar nos relata un beso de la manera más bella y sensual posible.

Plena de ambición literaria y vital, renovadora de las herramientas narrativas, destructora de lo establecido y buscadora de la raíz de la poesía, durante todas estas décadas Rayuela, la historia del intelectual Horacio Oliveira y su relación con Lucía, una joven uruguaya apodada La Maga, sigue siendo leída con curiosidad, asombro, interés o devoción.

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