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Junichiro Tanizaki
Redacción Langosta comment 0 Comentarios

Publicó su primer cuento, “El tatuador”, en 1910. Su obsesión con Occidente y la confrontación de lo tradicional y lo moderno en Japón, junto a cierta obsesión por lo erótico y sensual, caracterizó sus obras. Hay quien prefiere las ortigas (1929) muestra el conflicto marital, representa en su esencia el propio matrimonio del autor, trasladándose más hacia la tradición estética japonesa clásica en novelas como Relato de un ciego (1931) e Historia de Shunkin (1933). Su fijación por la modernidad occidental se transformó gracias a su descubrimiento y traducción de la novela japonesa de Murasaki Shikibu, el Genji Monogatari, tendiendo desde entonces a la investigación de las formas clásicas de la literatura nipona. Es autor también de un importante ensayo, Elogio de la sombra (1933-1934), en el que efectúa un repaso crítico de las principales nociones estéticas de la cultura japonesa.
Un fragmento del cuento “El odio”:

Me encanta ese sentimiento llamado “odio”. Creo que es el sentimiento más directo y absoluto, el más sugestivo que pudiera existir. Nada me parece tan divertido como odiar, odiar a alguien hasta más no poder.
Supongamos que entre mis amigos hay uno al que odio en particular. Jamás rompo de manera directa mi relación con él. Al contrario, procuro ser amable, fingiendo una amistad entrañable, pero en el fondo siento unos deseos inmensos de burlarme de él, despreciándolo y portándome de forma grosera, halagándolo con ironía y mostrándole mi falta de honestidad. La vida sería muy triste para mí si no tuviera en este mundo a quién odiar.
Recuerdo muy bien el rostro de las personas que odio. Mucho más que los rostros de las mujeres que he amado. Los puedo vislumbrar en mi mente con todos los detalles como si los tuviera delante de mí. Al odiar a una persona, todo lo suyo, incluyendo la textura y el color de su piel, la forma de su nariz, sus manos y piernas, termina pareciéndome odioso. Suelo decirme: “Qué piernas tan odiosas”, “qué manos tan odiosas”, “qué piel tan odiosa”.

debolsillo

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