La familia se trasladó a Tánger cuando el futuro escritor contaba cinco años y medio, y éste permaneció en tierras africanas hasta la adolescencia. En 1955 fue nombrado Catedrático de Estructura Económica, puesto que ocupó hasta 1969. A principios de la década del setenta, decidió aceptar un puesto de profesor visitante en las universidades inglesas de Salford y Liverpool. En 1971 regresó al Ministerio de Hacienda como asesor Económico de la Dirección General de Aduanas e impartió cursos en la Escuela Diplomática, el Instituto de Estudios Fiscales y en la Universidad Autónoma de Barcelona. En 1977 fue elegido senador por designación real en las primeras Cortes democráticas y vicepresidente de la Fundación Banco Exterior. En 1980 nació Miguel, su único nieto, el cual inspiró su obra más leída, La sonrisa etrusca, su primera novela de éxito. En 1981 publicó Octubre, octubre, una extensa novela que le había ocupado veinte años de trabajo, y que él mismo calificó como «su testamento vital». Pero fue El amante lesbiano, publicada en el año 2000, la que acaparó la atención de la crítica, y se convirtió en un éxito de ventas. Sampedro empezó a escribir en la revista Uno, influenciado por el descubrimiento de algunos de los escritores que despertaron su admiración. Entre ellos figuran Azorín, Miguel de Unamuno y Pío Baroja, pero también novelistas inglesas como Jane Austen, las hermanas Brönte o Virginia Woolf. Los cuentos de Maupassant, Chéjov y Katherine Mansfield fueron otra de las influencias, sin embargo, si tuviera que firmar una obra, estamparía su rúbrica sin dudarlo en El principito, de Antoine de Saint-Exupéry, por ser un cuento infantil y un auténtico oráculo al mismo tiempo. Es considerado uno de los valores más sólidos de su generación.
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