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Javier Marías
Redacción Langosta comment 0 Comentarios

Se licenció en filosofía y letras; durante dos años llevó a cabo su actividad docente como profesor de literatura española en la Universidad de Oxford y en el Wellesley College. Ya desde sus primeros títulos se reveló como una de las voces más personales de la narrativa española del momento. El autor, cuya voz es perceptible en todas sus obras, desarrolla personajes complejos y situaciones inciertas, explorando con sutileza, nuevas fórmulas literarias.
Uno de sus libros imprescindibles es, sin duda, Corazón tan blanco, una extraordinaria novela sobre el secreto y su posible conveniencia, sobre la instigación y la sospecha que, poco a poco, van tiñendo los corazones tan blancos hasta que éstos dejan de serlo. Pocos meses después de su viaje de novios, Juan Ranz se entera casi sin querer de que Teresa, la primera mujer de su padre, se quitó la vida al regreso de su propia luna de miel. Sólo una persona conoce el porqué y ha guardado durante años ese oscuro secreto. A partir de ese momento, el narrador sentirá un creciente malestar, «presentimiento de desastre» respecto a su recién inaugurado matrimonio. Así empieza esta novela que todos deben leer:

No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola de su propio padre, que estaba en el comedor con parte de la familia y tres invitados. Cuando se oyó la detonación, unos cinco minutos después de que la niña hubiera abandonado la mesa, el padre no se levantó en seguida, sino que se quedó durante algunos segundos paralizado con la boca llena, sin atreverse a masticar ni a tragar ni menos aún a devolver el bocado al plato; y cuando por fin se alzó y corrió hacia el cuarto de baño, los que lo siguieron vieron cómo mientras descubría el cuerpo ensangrentado de su hija y se echaba las manos a la cabeza iba pasando el bocado de carne de un lado a otro de la boca, sin saber todavía qué hacer con él.

debolsillo

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