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J. M. Coetzee
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Sin duda, es uno de los escritores más importantes que ha dado Sudáfrica en los últimos tiempos, y de los más galardonados. En 1974 publicó su primera novela, Tierras de poniente (Literatura Mondadori, 2009). Más adelante publicó En medio de ninguna parte (2003), Esperando a los bárbaros (2003), Vida y época de Michael K. (2006), que le reportó su primer Booker y el Prix Étranger Femina, Desgracia (2000), que le valió un segundo Booker, el premio más prestigioso de la literatura en lengua inglesa; y las memorias noveladas, Infancia (2001), Juventud (2002) y Verano (2010), reunidas en un solo volumen en Escenas de una vida de provincias (2013). En 2003 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura.
La infancia de Jesús (Mondadori, 2013) es su novela más reciente. Calificada de inquietante, sorprendente e incluso desconcertante, Coetzee es un autor que más que lectores tiene seguidores fieles que esperan ansiosamente su próxima publicación. La historia relata la llegada de un hombre mayor y un niño a un “Centro de Reubicación Novilla” de un país sin nombre pero donde se habla español, idioma que ellos habían aprendido en el desierto, por lo que les concedieron los nombres de Simón y David.
Escribe Rodrigo Fresán para el ABC:

Pronto, pero sin apuro, comenzamos a comprender que tal vez, en Novilla (¿en la Tierra de la Novela?), estamos frente a lo que Coetzee entiende por utopía: desconfianza hacia las máquinas, vegetarianismo obligatorio, clases de filosofía todas las noches en un «Instituto», no pagar entrada para los partidos de fútbol porque «es un juego y no se paga por ver un juego», un cierto aire budista en el trato cotidiano flirteando peligrosamente con la ingenuidad New Age. Utopía realizada que está apenas separada por una fina y frágil línea de la entropía en trámite. Un paraíso en el que el casi anciano Simón se une sin pasión a Elena y el joven David comienza a dar muestras de una personalidad serpenteante y conflictiva. Es decir: David es Jesucristo o su avatar. O, al menos, alguien que comienza a hacer cosas perturbadoras como ofrecer la otra mejilla a las bofetadas y decir cosas más perturbadoras aún, como asegurar que puede resucitar a los muertos. También, lee y aprende con “Don Quijote.

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