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Itinerario del villano
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El héroe de las mil caras (1949) es uno de los libros más influyentes para el arte del siglo XX y lo que va del XXI. Al menos en la manera en que ha influido en la narrativa moderna y contemporánea al concebir todo relato como un viaje, un monomito que ayudaría a explicar y dar forma a novelas, series de televisión, películas, cómics, musicales, etc.

El diagrama circular de Campbell o El Viaje del Héroe, es el resultado peculiar del cruce entre estudios literarios, antropología, estructuralismo e historia de las religiones. Y, sin embargo, ha tenido aplicaciones directas en la cultura popular como pocas otras visiones sobre lo que caracteriza a una aventura.

Joseph Campbell (UCLA Library / Getty), imagen en lavanguardia.com

El llamado a lo desconocido, el encuentro con un mentor, el abandono del hogar, las pruebas y tentaciones de aliados y enemigos, la obtención de una recompensa, la experiencia cercana a la muerte, la resurrección y el regreso a casa son los estadios que el monomito prescribe como el patrón por el cual se organiza una inmensa cantidad de relatos mitológicos.

Sabemos mucho de los héroes, cuya nómina es amplia quizá porque todos –incluso los escritores– quieren identificarse con ellos. ¿Qué hay de los villanos? Si el héroe tiene su periplo, también su reverso es posible. ¿Cómo viajan los villanos en la literatura y qué significa pensar así en ellos, como seres en movimiento y no como polos opuestos en reposo?

El papel de los villanos en la literatura es complejo y, a pesar de lo que cabría esperar, no abundan los supervillanos típicos de las historias de superhéroes, esos agentes externos tan repulsivos sin otro rasgo que provocar giros e inconvenientes al héroe.

La lógica de la maldad y la destrucción hermana a seres tan distintos como Kurtz, el traficante de marfil en El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad; la Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas y su monárquica afición de decapitar a sus inferiores; el vampiro que es a la vez espectro y hombre lobo de Drácula; el Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson, que no es más que una dimensión del “héroe”, el Dr. Jekyll; el protagonista de El retrato de Dorian Grey que, a pesar de su podredumbre y la repulsión que causa, tiene como cualidad ser uno de los pocos villanos que se reconoce, literalmente, como tal cuando se ve en el espejo de un lienzo deformado. Salvo los dramaturgos, véase Shakespeare y su nómina de antagonistas –como el rey Claudio de Hamlet o Yago en Otelo–, o géneros que exigen una encarnación del mal como la novela negra o policiaca –cuyo arquetipo sería el profesor Moriarty, antagonista de Sherlock Holmes–, el contorno entre el héroe y el villano es más difuso en la literatura de lo que pudiera parecer.

Pues, ¿podemos considerar un villano al Satanás de la Divina Comedia aunque en aquel poema no se interponga en el camino del héroe? ¿Por qué no considerar así al sultán Shahriar que tiene de rehén a Sherezada durante mil y una noches? Y qué decir de protagonistas de libros en los que el mal no se apersona en un solo individuo y que puede existir como atmósfera, como constructo social; por ejemplo el poder y las instituciones judiciales en El Castillo y El proceso de Kafka; o en novelas como Esperando a los bárbaros y Elizabeth Costello de J.M. Coetzee. ¿Es la ballena blanca de Moby Dick un enemigo sólo porque el capitán Ahab quiere matarla y se supone que debemos compartir su deseo? ¿O qué decir de manifestaciones sangrientas e impunes del mal como los feminicidios de Santa Teresa en 2666 de Roberto Bolaño; o de la violencia que asola los cañaverales en Temporada de Huracanes de Fernanda Melchor, y no precisamente por la presencia de una bruja?

A diferencia de monstruos factuales como Hitler, Pinochet, Franco o George W. Bush, muy pocos villanos de las letras pueden darse el lujo de ser malvados todo el tiempo. Si toda esta enumeración al paso de villanos y gente desagradable que uno se puede encontrar en los libros puede servir de algo, que sea para cuestionar ese viaje del héroe que, a la sombra, siempre va acompañado del itinerario de su enemigo. 

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