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El invierno de nuestro descontento
América Gutiérrez comment Un comentario
«Cuando se hace daño a otro es menester hacérselo de tal manera
que le sea imposible vengarse.»
Nicolás Maquiavelo

Llegar a los dramas históricos de Shakespeare fue una causalidad o, más bien, una tarea. Nunca he podido con las lecturas de prescripción escolar (siempre desconfié del tono imperativo de los maestros) pero para este reseña estoy agradecida con la imposición. Inicié la lectura con pereza pero fluyó y se convirtió en algo placentero saber de la vida, desdichas y milagros de los reyes shakesperianos, monarcas ingleses convertidos en personajes violentamente políticos y con ejes temáticos tan complejos como la lealtad, la traición y el poder.

Pero, ¿ quién fue Ricardo III? Fue el último rey de la Casa de York y de la dinastía Plantagenet, gobernó Inglaterra entre 1452 y 1485. Se convirtió en un popular personaje de Shakespeare gracias al despiadado retrato de tirano oscuro y retorcido en la obra homónima del dramaturgo inglés.

Utilizar a un personaje real sacado de la estirpe monárquica inglesa, hizo que la reputación del verdadero Ricardo III fuera pasada por alto y sepultara su carácter y su gobierno (que no fue tiránico). A cambio, la literatura posee uno de los textos dramáticos más brillantes acerca del poder. La historia se cuenta casi en su totalidad desde su perspectiva y él es la figura dominante durante toda la obra. Al comienzo, Ricardo es un personaje con el que se puede sentir cierta simpatía (su discapacidad es determinante); sin embargo lo más importante son sus habilidades retóricas para ganarse la confianza de los personajes y del lector.

Ricardo III narra la historia trágica y sangrienta de Ricardo de Gloucester, un villano hambriento de poder que manipula su camino hacia la corona. Shakespeare se enfoca en contar lo que sucedió los últimos años de la Guerra de las Rosas, el conflicto prolongado e intermitente entre las dos casas nobles de Lancaster y York, que comenzó en 1455. Desde el fusilamiento y la ejecución de George, duque de Clarence, en 1478, hasta la derrota de Ricardo III en la batalla de Bosworth en 1485. . El dramaturgo consideraba la historia, cuyos eventos le eran más cercanos, como un espejo en el que se podían reflejar lecciones importantes tanto para el gobernante como para la comunidad que lo elegía, alejado de las moralejas, sencillamente trazando un destino trágico.

El personaje de Ricardo III muestra el rápido ascenso y la vertiginosa caída de un tirano.. Ricardo III, de acciones malvadas, repletas de engaño y manipulación, tiene profundos motivos filosóficos que lo llevan al límite de la crueldad, quizá estemos frente al villano más grande y poderoso escrito por Shakespeare. Ricardo III es un hombre deforme que nació a los siete meses, cuya madre se arrepiente de haberlo parido. Esa exclusión hace que sus deseos de legitimarse frente a quienes lo rechazan sea el motivo para quitar de su camino a quien se interponga. Asesina sin remordimiento, confiesa con cinismo que cada muerte fue provocada por el amor de una mujer, a la que ni siquiera considera importante o quiere, pero que usa como pretexto perfecto.

Shakespeare consigue equilibrar la maldad con los personajes femeninos. Las mujeres de esta obra, como en sus otros trabajos, funcionan como voces de integridad y protesta; ven a través de las intrigas y predicen terribles consecuencias de sus actos. Shakespeare utiliza a las mujeres para señalar verdades morales para enfatizar los principios generales de la cosmovisión isabelina: el orden moral y político.

¿Cuál es el móvil de Ricardo III para cometer tantas atrocidades? Esto es, quizá, lo más interesante del personaje pues su impulso básico es el miedo. Instintivamente se  protege de lo que puede hacerle daño, atacando primero. Ricardo III es presa de una ansiedad e inseguridad que lo conducen al odio, aumentan su deseo de destruir y lo colocan profundamente enraizado en la violencia. Es importante notar que la tragedia de Shakespeare se define como una historia de sufrimiento y calamidad que lleva a la muerte pero estas desgracias no ocurren solas, son el resultado de las acciones de los seres humanos (marca distancia con la tragedia clásica, los dioses no son los que mueven los hilos). La tragedia permite a los lectores experimentar el lado crudo y doloroso de la humanidad a través de lo imaginario. Ricardo III no pierde vigencia, se puede contemplar a luz de los acontecimientos mundiales de nuestro tiempo.


Crédito de la imagen: Elmundo.es

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