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Disculpe, ¿tiene un minuto para conversar sobre libros?
@lectora_chilanga comment 4 Comentarios

¿Qué hace que un libro nos guste? Más allá del análisis metaliterario, nos encontramos los lectores esperando para abrir la puerta que detrás de sí acumula renglones que se evaporan, danzan y se extienden en miles de imágenes que recreamos con el imaginario. Allí anida alguna imagen volátil, quizá un verso, tal vez una descripción conmovedora, cruel o grotesca. Todo ello se reúne desparpajadamente, de tal manera que mezclamos los recuerdos del arte, en este caso la literatura, junto con los de nuestra vida cotidiana.

 

Recién a mis treinta y dos años descubro cuál es mi estado de ánimo cuando me alejo de la lectura. Aunque me pongo de mal humor, la mezcla de emociones es más compleja: tengomalhumorsientounvacíomesientoconunapesadezcontinuamedispersomedistraigotengoansiedad. Así, todo acumulado. Por ello, cuando me acerco a las páginas, recupero el ritmo y me engancho, me convierto en una pirinola de metro más cincuenta y cinco centímetros. Con los treinta también llegaron lecturas a las que me gustaría haberme acercado antes, mucho antes, pero Para cada tiempo hay un libro, me digo. No tuve algún maestro de Historia que resultara inspirador o tal vez no fui receptiva. Tristemente, estoy más convencida de lo primero. Recuerdo, por ejemplo, que en algún curso las clases consistían en copiar cierto fragmento de nuestro libro de texto, contestar un cuestionario cuyas respuestas eran obvias y se ubicaban en párrafos consecutivos. ¡Puaj! No pude, de plano no vi nada de atractivo en ello.

No pretendo justificarme, únicamente trato de entender mi relación agridulce con dicha disciplina. Tal vez por ello al estar frente a Los Reyes Malditos —la saga histórica del novelista francés Maurice Druon— tomé distancia, incluso a pesar de que había escuchado a varios lectores, que respeto, hablar de manera entusiasta de Druon y su obra. Las primeras veces lo intenté en el metro, sin gran éxito. Luego, una noche de insomnio me puse a leer el primer volumen, y de allí en adelante la prosa de Maurice Druon me enganchó. Sigo en ello.

«Es que hay libros para leer después de hacer el amor y libros para armarse de paciencia en el aeropuerto, libros para la mesa del desayuno y libros para el cuarto de baño, libros para las noches de insomnio en casa y para los días de insomnio en el hospital, y no pueden ser intercambiados. Nadie, ni siquiera su propio lector, puede explicar cabalmente cuáles libros convienen a cierto momento y cuáles no. De manera misteriosa, algo inefable hace que ocasiones y libros se acuerden o se opongan».

Alberto Manguel, Para cada tiempo hay un libro

¿Los Reyes Malditos cómo y cuándo? Con treinta y siete años, Maurice Druon publicó el primer volumen, El rey de hierro (1955), y a sus cincuenta y nueve años el último, De cómo un rey perdió Francia (1977). Druon dedicó gran parte de su vida a una obra que aún atrae a nuevos lectores, sin promoción ni grandes campañas de mercadotecnia de por medio, ¡eh! Estos volúmenes abren una puerta a la Historia: se desarrollan en la Baja Edad Media. Si decide abrir esta puerta, le adelanto que usted encontrará celos, luchas por el poder, caballeros templarios, maldiciones, crímenes, odio, la caída de la dinastía Capeto, el ascenso de los Valois, intentos de envenenamiento y, junto con todo esto, una época compleja que transformó a Europa a nivel cultural, político y económico.

«La relación de un escritor con sus lectores es una simple cuestión de vida o muerte. Si el escritor es leído, vive; si no muere. Nada ni nadie influye en esa despiadada decisión, salvo el lector. El azar, las listas de bestsellers, las obligaciones escolares, el fanatismo político o religioso y la publicidad pueden hacer que durante un tiempo […] el escritor quede en suspenso animado, ni muerto ni vivo, hipnotizado en el umbral del reconocimiento, pero al fin y al cabo, sin la sostenida lectura de su público, el escritor acabará […] en una inmunda y pútrida masa informe».

Alberto Manguel, Para cada tiempo hay un libro

¡Maurice Druon no ha muerto! Su saga está en continuo encuentro con diversas generaciones, desde el cincuenta y cinco hasta este año, y no parece que esto vaya a parar. Créame que alegremente confirmo que Los Reyes Malditos me está acercando a la Historia de otro modo. Desde luego, uno que me gusta muchísimo más que ser alumna autómata. En este momento estoy en busca de no ficción histórica sobre la Edad Media, ¿tiene usted una recomendación para mí? ¡Dígame!

Querido lector: lo invito a abrirle la puerta a estas novelas históricas, sólo eso. No le quito más su tiempo. Únicamente quiero comentarle que los lectores de esta saga siguen recomendándola en reseñas, de boca en boca, en su canal de Youtube, en la charla con cerveza en mano. En fin, a la primera que surge el nombre de Druon o los títulos de su obra más aclamada: El rey de hierro, La reina estrangulada, Los venenos de la corona, La ley de los varones, La loba de Francia, La flor de lis y el león y De cómo un rey perdió Francia.

¿No me cree que vale la pena? Hínquele el diente, querido lector, abra usted mismo la puerta a esos mundos. De día, de noche, en el baño, una madrugada de insomnio, después de hacer el amor, en la mesa del desayuno, en el metro, en la oficina (¡bueno, allí procure discreción!), en solitario o acompañado. Pero eso sí, hágalo a la hora que quiera, el día que quiera y cómo a usted le dé la gana, porque aquí nadie está para obligar y yo no vine a evangelizarlo.

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  1. Efectivamente el libro se cruza por tu camino e incluso es crucial. Decisiones ayudadas por alguien que esta lejos fisicamente pero que me susurra cosas al oido. Para cada tiempo hay un libro