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¿Cómo se llama esa complejidad?
Ulises Benitez comment 0 Comentarios

No me siento cómodo para escribir este texto. No la he leído lo suficiente. Apenas descubrí cuántas novelas me faltan por terminar cuando supe que además existe una cantidad importante de poesía que difícilmente caerá en mis manos. Cuando investigué quién era la persona que me sorprendía a cada página floreció la alegría revuelta en una tímida confusión: parece alguien magnánimo y de una complejidad que se difumina en cada respuesta a su entrevistador. Atwood es canadiense y dedicó su tiempo a la literatura a partir de un viaje en barco por los fríos mares del norte. Después fue estudiante con honores y se interesó en el amor con más de un matrimonio en su historia. Pero existe en su biografía anécdotas que trascienden su literatura, como su colección mínima de vestidos mientras vivió con su familia en los bosques canadienses, o la impresión que le causó ingresar a la escuela después de años de educación impertinente y hogareña.

Su figura en las letras canadienses es reconocida a la par de los grandes autores y hay por venir homenajes y textos celebratorios. Es una matrona literaria.

Además, su literatura no es anecdótica sino discursiva, quizá porque debajo de cada historia una red de emociones es visible sólo para el ojo transparente de la intuición. Cada fragmento de la obra de Atwood es tímida y casi violenta, transmite catástrofes sin derramar una sola gota de agua. Se debate que sus libros sean feministas, pero es posible que sea porque descansan fuera de los argumentos que construyen las novelas con personajes femeninos que leen los hombres. Quizá. ¿Quién soy yo para decirlo?

La realidad es que mi inquietud viene de una situación que me obliga a apartarme de la definición o el compromiso. Atwood merece el Nobel, desde luego, como una llamada para los lectores del mundo que no han querido entender qué es la literatura que expone los fervores, los agradecimientos, los enojos y las contrariedades que se callan. Las novelas aburridas son, en mi opinión, aquellas donde la sensualidad sucede sobre la piel. En palabras de Atwood: “Un destello color rosa en la penumbra, el sonido de la respiración, satén deslizándose por el suelo, ¿qué revelan? No importa, me digo. No importa para nada.”

Margaret Atwood Premio Nobel Premio Nobel de Literatura

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