Pertenecía a una familia de judíos alsacianos instalados en Normandía en 1871 y propietarios de una fábrica de pañería. Estudió en el liceo de Ruán (1897-1902), donde fue discípulo de Alain. Se licenció en Letras en 1903 y regresó a trabajar en la fábrica familiar. Ya desde el comienzo sus relatos y novelas, como Ni ange ni bête (1919), Les discours du docteur O’Grady (1922) y Bernard Questnay, de 1926, alternaron con biografías (Ariel ou la vie de Shelley, 1923) y ensayos (Dialogues sur le commandament, 1924). Su consagración como novelista la debió a Climas (1928), pero en este período publicó también otras novelas como Le cercle de famille (1932) y L’instinct du bonheur (1934), Le peseur d’âmes (1931) y La máquina para leer los pensamientos (1937). Mientras, su actividad como biógrafo, explicada en Aspects de la biographie (1928), siguió siendo muy intensa: La vie de Disraeli (1927), Byron (1930), Lyautey (1931), Voltaire (1935), Edouard VII (1937) y Chateaubriand (1938).
En la novela Climas (Debolsillo, 2004) el autor describe con prosa inigualable las vivencias de una persona atrapada en sus propias contradicciones. Su yo interior frente a su yo externo, la diferencia entre lo que hace y lo que no quiere que le hagan, entre lo que quiere y lo que realmente desea. Una historia de amores e ilusiones que, una vez conseguidos, las dudas que le atormentan le llevan en busca de otros deseos. Una obra psicológica más que una novela de amor:
Nunca, antes de mi matrimonio, había pensado en los celos, sino como un sentimiento exclusivo del teatro y con gran desprecio. Un celoso trágico era para mí Otelo; un celoso cómico, Georges Dandin. Imaginar que yo pudiera un día representar el papel de uno de esos dos personajes, o quizás de los dos al mismo tiempo, me hubiese parecido completamente absurdo… Siempre había sabido yo quien había abandonado a mis amantes en cuanto me había cansado de ellas. Si me hubiesen engañado, jamás lo hubiese sabido.
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