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Algo sobre uno de los mayores placeres...
Ry Lemmings comment 0 Comentarios

¿Qué tanto harías por amor? ¿Son más fuertes los celos y la venganza que el amor? ¿Puede el cobarde dejar de serlo para lavar su honor? A todas estas preguntas se enfrenta Aristóteles Lozano cuando es estafado por Cristóbal San Juan, antiguo inquilino del departamento que habita con Julieta, su novia escritora y Jamón, su bulldog francés.

Pronto, Aristóteles descubrirá que Cristóbal es un pájaro de cuenta, un timador y un cínico que envuelve a todo aquel que se le acerca. Ellos no son la excepción; su vida en pareja, rutinaria y sin preocupaciones –él, crítico literario; ella, escritora en ciernes–, se verá trastocada de tal manera que, una noche, Julieta huye con Cristóbal, llevándose con ellos al perro y la estabilidad emocional de su prometido.

A partir de ese día, Aristóteles hará todo por encontrar a Cristóbal San Juan y en su búsqueda, descubrirá que “Cristóbal es un hombre solitario, atormentado, inseguro, insatisfecho, que dejará tirada a Julieta cuando menos se lo espere”. Descubrirá que es un personaje complejo, un hombre que busca la transformación, la purificación del alma, ¿un místico o un loco? Aristóteles Lozano se adentrará a lugares insospechados: los vericuetos del alma.

A ojos del buen lector, Cristóbal es un estafador que no deja títere con cabeza, tima a su novia, a su mejor amigo y hasta a su madre, sin embargo, en su huida, se vuelve un “misionero católico que abraza la fe de los aztecas” y en lo profundo del bosque michoacano fundará una aldea: Utopía.

En El oficio de la venganza, L. M. Oliveira, analiza emociones básicas del ser humano, los celos, la venganza, la cobardía, hace una velada crítica al mundillo literario mexicano y, como si fuera la crónica de un cazador, de un hombre despechado y humillado que busca justicia, la que se hace por propia mano, acompañamos a Aristóteles Lozano tras de su presa: Cristóbal San Juan.

Igual que en una road movie, Lozano armará el rompecabezas que es San Juan por distintas ciudades del mundo: Guanajuato, Isla Mujeres, Nueva York, Barcelona, Londres, Morelia y los densos bosques de Michoacán, tomados por el narco y las autodefensas. Atestiguamos la transformación de Cristóbal San Juan, de cínico a místico; y de Aristóteles Lozano, de cobarde a guerrero, quien hará todo por aprender el oficio de la venganza.

En su aprendizaje clasificará los tipos de venganza que existen: la reactiva, la ofensiva y la venganza fría, como la del Conde de Montecristo. Conocerá a personajes complejos, profundos, seductores como el mismo Cristóbal, quien es “capaz de hacer cualquier cosa para dominar a los demás”. Lozano descubrirá que el antiguo inquilino de su departamento, en los años ochenta, lideraba a Los Divinos, un trío de estafadores compuesto por Tristana, su novia de ese entonces y Cabaca, su mejor amigo, quienes estafaban más por diversión que por necesidad, porque para Cristóbal San Juan “una buena estafa era poética”.

Al final de El oficio de la venganza descubriremos que todos tenemos un “código de honor medieval”, que respiramos por las heridas y que por amor, celos o venganza, dejamos de ser cobardes, “esclavos de los acontecimientos”.

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