Su obra ha sido traducida al italiano, francés, danés y coreano. En Alemania le fue otorgado el Premio Literario Anna Seghers, 2008, al mejor autor latinoamericano del año.
La autora oscila entre el cuento y la novela. Su libro Animales domésticos (Mondadori, 2011), un libro de relatos donde lo más importante es la mirada oblicua, que permite al lector leer entrelíneas e ir construyendo historias paralelas. En estas narraciones los personajes y los animales están vinculados, dice la autora en entrevista acerca de la aparición constante de perros y enfermos “…creo que más que de perros y enfermos como dices, es un libro sobre la precariedad vinculada con las relaciones afectivas.”
Japón es otro de los tópicos recurrentes en este libro que construye el imaginario de todos aquellos que buscan algo:
Para mí Japón es una alegoría, es lo opuesto a lo cotidiano, es el otro lado. Yo no escribo específicamente sobre la cultura japonesa, a pesar que me interesa muchísimo, sobre todo autores como Tanizaki, Mishima o Kawabata. Soy admiradora de la templanza, de ese modo de relacionarse con la tragedia que es tan opuesto al nuestro, que es lo escandaloso latinoamericano. Japón aparece en el libro estéticamente como imágenes de cierta templanza a la que aspiran algunos personajes. En ese sentido, Japón es lo remoto, lo no inmediato, una visión de lo posible.
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